La isla de Menorca, se ha convertido en un referente del turismo estival en los últimos años pero además de ofrecer alguna de las playas más espectaculares del mediterráneo tiene también una oferta oculta para el visitante en forma de maravillas naturales y culturales que, aunque quedan ensombrecidas por el denominado “turismo de hamaca” merecen la pena ser tomadas en consideración cuando la visitemos.
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La Albufera Des Grau
Un parque natural con paisaje típicamente mediterráneo en el que predomina la tranquilidad y los paisajes donde poder ver multitud de especies de aves diferentes durante cada estación del año. Las parvadas pueblan este espacio de marisma en sus continuas migraciones estacionales. La mejor forma de visitarlo es dirigiéndose a su Centro de Recepción Rodríguez Femenías donde podremos obtener toda la información sobre las tres rutas distintas que nos ofrece la visita.
Dos de ella se centran en la propia observación de aves y la tercera es un agradable paseo entre árboles a poca distancia de la playa.Todas ellas tienen un duración estimada de una hora.
La cultura Talayótica en Menorca
La isla ha estado habitada desde hace aproximadamente unos 4.000 años. Existen vestigios del año 2.100 a.C. Mucho antes de que los romanos llegasen a estas tierras ya existía una cultura hegemónica llamada Talayótica. La isla es un pequeño de museo de historia al aire libre ya que podemos encontrar muchas construcciones megalíticas a lo largo y ancho de la isla. Taulas, Navetas y los característicos Talayots forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
En el poblado de Talatí de Dalt por ejemplo podremos encontrar las famosas Taulas, aunque el monumento más característico e impresionante es la Naveta d`es Tudons: Un edificio construido como lugar funerario y conservado prácticamente en su integridad.
Camí de Cavalls
Este sendero recorre toda la isla pos su costa a través de 185 kilómetros de longitud total.
Concebido en 1330 por Jaume II cuando obligó a todos los colonos de la isla a mantener un caballo armado en disposición de vigilar la costa y defenderla en cualquier momento.
Con un espíritu similar al famoso Camino de Santiago, lo más normal es hacer 2 o 3 etapas y no recorrerlo entero. Se trata de una experiencia increíble, en el que se combinan tramos duros (sobre todo en pleno verano debido al calor) con senderos más suaves que descienden al mar y que nos permite acceder playas que de otra forma sólo podríamos alcanzar alquilando uno de los muchos veleros que se ofrecen a lo largo de toda la costa.
Aprovechar las playas para descubrir la naturaleza
Además de disfrutar de las aguas cristalinas y las playas más concurridas aún quedan varias playas y calas prácticamente vírgenes en las que disfrutar de la naturaleza en su máximo esplendor en la Reserva Marina situada al norte de la isla. Pregondó, Pregonda y Escull de Pregonda son ideales para disfrutar de submarinismo y snorkel para disfrutar de uno de los fondos con mayor vida y diversidad marina de todo el mediterráneo.
Si lo que preferimos es una pequeña porción de arena en la que perdernos de todo y de todos, Cala Mitjana (con su hermana pequeña Mitjaneta) nos ofrecen arena blanca y finísima encajonadas entre acantilados calcáreos.
En definitiva, Menorca es mucho más que sol y playa, un destino que por la diversidad de excursiones y actividades que ofrece es ideal para cualquier tipo de visitante.